¨Piensa que no ha ocurrido nada que no le haya venido sucediendo durante toda su vida. Hombres casados, temporalmente viudos, que intentan tener una aventura con ella, etc., etc. Diez años antes no hubiera notado ni observado nada de todo eso: se lo habría tomado como parte integrante de las dichas y desdichas de ser una “mujer libre”. Pero ahora caía en la cuenta de que diez años antes ya había sentido algo que entonces no reconoció: un sentimiento de satisfacción, de victoria sobre las esposas, basado en el hecho de que Ella, la mujer libre, era mucho más interesante que las mujeres sosas y atadas.¨ Doris Lessing
Es parte de la definición de sentimiento el que nazca en nosotros sin la intervención de nuestra voluntad. En cuanto queremos sentir (decidimos sentir, tal como Don Quijote decidió amar a Dulcinea) el sentimiento ya no es sentimiento, sino una imitación del sentimiento, su exhibición. A lo cual suele denominarse histeria. Por eso el homo sentimentalis (es decir, el hombre que ha hecho del sentimiento un valor) es en realidad lo mismo que el homo hystericus.
Lo cual no significa que el hombre que imita un sentimiento no lo sienta. El actor que desempeña el papel del viejo rey Lear siente en el escenario, a la vista de todos los espectadores, la tristeza de un hombre abandonado y traicionado, pero esa tristeza se esfuma en el momento en que termina la función. Por eso el homo sentimentalis, que con sus grandes sentimientos nos avergüenza, acto seguido nos deja pasmados con una inexplicable indiferencia.
Lo cual no significa que el hombre que imita un sentimiento no lo sienta. El actor que desempeña el papel del viejo rey Lear siente en el escenario, a la vista de todos los espectadores, la tristeza de un hombre abandonado y traicionado, pero esa tristeza se esfuma en el momento en que termina la función. Por eso el homo sentimentalis, que con sus grandes sentimientos nos avergüenza, acto seguido nos deja pasmados con una inexplicable indiferencia.