La Biblioteca Vigil, pieza fundante de la identidad cultural rosarina

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En el barrio rosarino de La Tablada, en la mítica esquina de Alem y Gaboto, se alza el edificio de la Biblioteca “Constancio C. Vigil”, señera y emblemática para la ciudad


  En febrero de 1977, en el receso de sus actividades escolares, la Biblioteca Vigil fue intervenida por el entonces capitán de corbeta Esteban César Molina. La intención de la dictadura era clara: hacer desaparecer una institución de marcado carácter popular. “La Vigil fue una construcción colectiva, un grupo de gente trabajando hacia un mismo lugar, en una misma dirección, y se transformó en un polo cultural único en Latinoamérica. A cada paso se puede encontrar una cuota de voluntad e inteligencia, nada fue casual”, explica Marcelo Abaca, abogado y ex alumno de la institución, quien actualmente preside la “Asamblea de Socios por la Recuperación de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil”, conformada en el año 2004.
  La comisión luchó —y aún lo hace— por una reparación histórica: la restitución del edificio de Alem y Gaboto y la devolución de los bienes de la Biblioteca. El mes pasado, con la normalización de la entidad y la recuperación de treinta mil volúmenes, “La Vigil” comenzó un camino de reconstrucción, mientras continúa en la lucha a través de un juicio federal que denuncia el “genocidio cultural”.
  El modelo educativo, que fue pionero, encuentra su representación en la estructura del edificio. La construcción del mismo es integral, y los diversos espacios se conectan entre sí, interrelacionando las artes y las ciencias naturales, la circulación de los alumnos y de los socios. La dictadura, que desarticuló el proyecto, cerró las distintas entradas con revestimientos que las taponaron y esa obstrucción conlleva un obvio correlato simbólico.
  “Entendemos que La Vigil no sólo vivió un ataque a su institución sino a una comunidad, integrada por sus socios y sus familias, que concebía a la educación como una forma de ver y entender la vida —afirma Abaca—. La Biblioteca proporcionaba desde una guardería hasta una Universidad Popular, una formación completa, y eso fue lo atacado”.
   En efecto, la Biblioteca se constituyó en uno de los proyectos pedagógicos y populares más importantes en toda Latinoamérica. La institución logró propulsar la educación de manera profunda y democratizar el acceso a la lectura con una colección  de más de ochenta mil libros. Nombrar a “La Vigil” es nombrar también su Universidad Popular, sus tres escuelas, el Museo de Ciencias Naturales, el Observatorio Astronómico, su teatro; la participación activa de veinte mil socios, de tres mil alumnos, de seiscientos empleados, y la propuesta e implementación de una educación modelo en Latinoamérica. Y también, la memoria de veintitrés socios desaparecidos y ocho miembros de la comisión directiva detenidos y torturados.

  Las puertas de “La Vigil” hoy están abiertas, y su carga simbólica resuena en la ciudad, que vuelve a tener en funcionamiento una institución emblemática, pieza fundante de la identidad cultural rosarina.

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