La ciudad estaba ventosa y gris. Mientras ellos se acercaban, se hacía más fuerte el sonido del río que, revuelto y turbio, era un desfile de formas violentas. Así respondía la ciudad ante la llegada de los casi cincuenta poetas invitados al Festival Internacional de Poesía, que cumplió con una edición más y se amplía cada año. Esta vez, el Festival estuvo dedicado a Raúl González Tuñón (1905-1974), el célebre poeta revolucionario argentino, y contó con la esperada presencia de Hugo Gola, poeta santafesino que regresó a principios de este año a vivir a Santa Fe, después de décadas en el exilio que se había iniciado durante la dictadura.
Cuando Gola habla, confirma el peso que tienen en él las imágenes pasadas. Y comparte. En su viaje desde Pilar a Santa Fe (“El viejo Santa Fe, el de muchos años atrás”, señala), en la segunda clase del tren, generalmente solo, observaba por la ventana el río Salado. En el exilio recordaría su tierra, el río, la niebla, los pájaros. Esas imágenes volverían con fuerza, y, libres de los matices de la nostalgia, se activarían con ímpetu en el recuerdo para, luego, convertirse en palabras. Y así escribe: “Ves esa niebla que anda, como desprendiéndose del río...”, porque “todos los elementos que entraron y que impactaron mi sensibilidad y mi memoria, reclaman su presencia en el poema.”
En otra instancia del festival, la poeta argentina Mercedes Roffé finalizará la lectura de uno de sus poemas con una concepción: "La poesía funda un vacío". Así podremos perseguir esa noción. Si se ahonda en el tajo, emergerá un vacío que aleja del afuera, de lo banal, de la alienación propia de lo cotidiano. Desde ese vacío, y posibilitado por la poesía, se construye un sentido, que nace del encuentro con nuestra sensibilidad, porque sólo en ese encuentro se vuelve liviano lo destructivo del afuera.
Cuando Gola habla de su proceso personal para la creación del poema, habla de una primera instancia oscura pero definida, que captura el cuerpo y que induce a la escritura. Luego aparecerá el lenguaje para "canalizar esta presión interna". Esa oscuridad se apuntala en el vacío, fundante de la poesía. Ese momento inicial que vive el poeta, puede revivirlo el lector, es el estado oscuro previo al estallido de belleza. La estructura de lo literario habilita este espacio donde la palabra evoca y desvela. Y está cargada de poder porque es sonidos, texturas, imágenes.
“Esta es una sala muy grande para leer poesía, los poemas hay que leerlos en voz baja, casi susurrando”, dice Gola. La poesía, esta forma tan íntima de escritura, se presentó en el Festival como un acercamiento colectivo con la palabra que hace temblar.
Nota para la Revista Costados, Universidad Nacional de Rosario
Cuando Gola habla, confirma el peso que tienen en él las imágenes pasadas. Y comparte. En su viaje desde Pilar a Santa Fe (“El viejo Santa Fe, el de muchos años atrás”, señala), en la segunda clase del tren, generalmente solo, observaba por la ventana el río Salado. En el exilio recordaría su tierra, el río, la niebla, los pájaros. Esas imágenes volverían con fuerza, y, libres de los matices de la nostalgia, se activarían con ímpetu en el recuerdo para, luego, convertirse en palabras. Y así escribe: “Ves esa niebla que anda, como desprendiéndose del río...”, porque “todos los elementos que entraron y que impactaron mi sensibilidad y mi memoria, reclaman su presencia en el poema.”
En otra instancia del festival, la poeta argentina Mercedes Roffé finalizará la lectura de uno de sus poemas con una concepción: "La poesía funda un vacío". Así podremos perseguir esa noción. Si se ahonda en el tajo, emergerá un vacío que aleja del afuera, de lo banal, de la alienación propia de lo cotidiano. Desde ese vacío, y posibilitado por la poesía, se construye un sentido, que nace del encuentro con nuestra sensibilidad, porque sólo en ese encuentro se vuelve liviano lo destructivo del afuera.
Cuando Gola habla de su proceso personal para la creación del poema, habla de una primera instancia oscura pero definida, que captura el cuerpo y que induce a la escritura. Luego aparecerá el lenguaje para "canalizar esta presión interna". Esa oscuridad se apuntala en el vacío, fundante de la poesía. Ese momento inicial que vive el poeta, puede revivirlo el lector, es el estado oscuro previo al estallido de belleza. La estructura de lo literario habilita este espacio donde la palabra evoca y desvela. Y está cargada de poder porque es sonidos, texturas, imágenes.
“Esta es una sala muy grande para leer poesía, los poemas hay que leerlos en voz baja, casi susurrando”, dice Gola. La poesía, esta forma tan íntima de escritura, se presentó en el Festival como un acercamiento colectivo con la palabra que hace temblar.
Nota para la Revista Costados, Universidad Nacional de Rosario