Hoy tuve la visita de una mariposa en mi balcón. Reposó directo en una de las curvas del piletín fluorescente. Charlamos sobre el clima y la brevedad de las horas.
Ante mi mirada poco optimista atacó: - Yo sé capturar la belleza de un sólo minuto y hacerlo eterno.
Y así sin más revoloteó entre las flores hasta perderse en el paisaje urbano.
Mientras la miraba irse pensaba en cómo la brevedad domina el arte de embellecer los, sin sentido, minutos.