La casa angosta es un vestigio de otra Roma
de un pasado extraviado.
Al espacio lo ocupa el bullicio de la multitud
en las escalinatas.
La ruptura del sosiego resulta inverosímil.
No es tarde, pero oscurece.
de un pasado extraviado.
Al espacio lo ocupa el bullicio de la multitud
en las escalinatas.
La ruptura del sosiego resulta inverosímil.
No es tarde, pero oscurece.
A esta hora,
con esta luz, todas las ciudades son tristes
Mientras se acerca las voces se esfuman,
como si supieran que ya no pertenecen.
En el diagramado salvaje de la noche, algo está perdido.
No se atreve a mirar con los ojos.
Imagina,
en cambio,
todavía reposando,
su cuerpo liviano
el efecto embriagador de la noche
una ventana pequeña
jugando a ser contacto con lo infinito
y la cautivante certeza de la muerte.
como si supieran que ya no pertenecen.
En el diagramado salvaje de la noche, algo está perdido.
No se atreve a mirar con los ojos.
Imagina,
en cambio,
todavía reposando,
su cuerpo liviano
el efecto embriagador de la noche
una ventana pequeña
jugando a ser contacto con lo infinito
y la cautivante certeza de la muerte.
Sólo se oye el rumor del agua.
La vuelta a lo inmediato ocurre,
lenta
su mirada se pierde ahora en el cielo nocturno.
Reconoce algo absurdo en la belleza del trazado.
Un descuido es un roce a un costado del escritorio,
ese leve contacto con la madera ajada,
que aún sostiene mil palabras,
le revela otro cielo.
El fin también es deleite
lenta
su mirada se pierde ahora en el cielo nocturno.
Reconoce algo absurdo en la belleza del trazado.
Un descuido es un roce a un costado del escritorio,
ese leve contacto con la madera ajada,
que aún sostiene mil palabras,
le revela otro cielo.
El fin también es deleite
La imagen es palabra y es encantamiento
y al fin silencio.
Lucía Dozo
y al fin silencio.
Lucía Dozo