La muerte de un poeta

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Fabricio Simeoni fue escritor, periodista, protagonista activo de la cultura rosarina y un verdadero ejemplo de compromiso vital.



  Fabricio Simeoni nació en Rosario en marzo de 1974 y en la misma ciudad murió el pasado 14 de octubre. La noticia repercutió notablemente en los medios y en las redes sociales, en donde colegas y amigos lo recordaron con admiración y afecto y, de diferentes maneras, le rindieron homenaje.
  Fabricio fue un activo protagonista de la cultura rosarina, no sólo a partir de su producción periodística y literaria sino a través de la organización de ciclos de lecturas y espectáculos, y de su participación en talleres: coordinó talleres literarios en el Irar (Instituto de Rehabilitación del Adolescente - Rosario) y en el  Centro de Permanencia Transitoria (Ministerio de Desarrollo Social), entre otras variadas y comprometidas propuestas.
  Sufría desde la temprana infancia de una atrofia espinal de carácter progresivo; la enfermedad fue paralizando casi todo su cuerpo y determinó que se movilizara en silla de ruedas. Según él mismo señalaba,  su producción se optimizó a partir de 2004, cuando empezó a utilizar un programa de reconocimiento de voz.
    Entre sus libros de poesía figuran: “Agua virgen”, del año 2003; “Sub”, del 2004, y “Cavidades del recreo”, escrito en colaboración con Fernando Marquínez, obra que recibió en 2007 el Premio Municipal “Felipe Aldana”.  
   Como periodista, formó parte del equipo de Prensa de la Plaza Cívica (Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia), a través de la difusión de sus actividades culturales. Fue co-director de la revista de arte y cultura "Los lanzallamas" y columnista de publicaciones como “El Fisgón digital”, entre otras. También participó de programas de radio y los textos de sus micros radiales fueron editados bajo el título “El libro de filosofía”.
  Por su obra personal y sus emprendimientos colectivos fue declarado “Artista distinguido” de Rosario por el Concejo Municipal y “Artista de la provincia de Santa Fe” por la Cámara de la Diputados.


La poeta María Paula Alzugaray recuerda a Fabricio Simeoni de esta manera:

"Fabricio era un ser fuera de serie. Yo fui su amiga durante 20 años pero tanto como cualquier persona que se presentara ante él por quince minutos. Era contemplativo, amable, compasivo, bondadoso, amigable, humilde y muy creativo, especialmente para la carcajada. Un ser sin oscuridades que tuvo un inmenso carisma con personas de cualquier edad y en cualquier circunstancia, fue un mago, un encantador de almas. Fabricio quiso conocerlo todo, nada lo asustaba. No moverse no le impidió nada, fue muy curioso, por eso se metió ‘en todo y con todos’, a todo decía que sí, a todos los proyectos los multiplicó y potenció. Fue un poeta prolífico que amó la noche y sus encantos, le atraía cualquier charla, desde estar en espacios selectos hasta saber sobre la salud, los amores y las desventuras de sus vecinos. Compartí y aprendí mucho con él y de la grandeza y sencillez de su familia. Fabricio se dejaba llevar (literalmente), cosa que yo solía criticar; le pedía, por ejemplo, que aprendiera a decir que no cuando algo no le gustaba, o que no permitiera que lo incluyeran en luchas personales que no eran las suyas. Ante esto, él contestaba que no tenía "nada que perder”, y su respuesta me callaba. Fabricio era muy sensible y padecía la sinrazón de este mundo. Sin embargo, nos hacía felices y también fue feliz. A Rosario le falta, ahora, un pedazo de esa alegría llamada Fabricio Simeoni."

Lucía Dozo
Mirador Provincial
2012

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